26 de marzo de 2010

Aquellas banderas de la patria de la primavera

Publicación original: unabirome

Primer artículo de un díptico dedicado a Patricio Pron (Rosario, 1975), uno de los mejores escritores argentinos de su —de nuestra— generación. En esta primera entrega, una lectura de El comienzo de la primavera, novela publicada en 2008 con gran éxito de crítica. Ganó el Premio Jaén y fue finalista del Premio Lara, consagrada como una de las cinco mejores novelas del año publicadas en España.

La obra indaga sobre las relaciones entre la culpa colectiva y las culpas individuales en la historia de Alemania del siglo XX. El relato de Pron, que vivió ocho años en ese país y ahora reside en Madrid, narra la historia de un joven que, en busca de un filósofo, va tras las claves que le permitan comprender por qué pasó lo que pasó.

--
«Nuestro esfuerzo como alemanes por recordar la Historia —afirma uno de los personajes de El comienzo de la primavera— no es más que una señal de nuestra imposibilidad para comprender hechos que en primera instancia resultan inconcebibles, que parecen una discontinuidad en nuestra Historia, pero que en realidad son el producto de ella». Citar esa frase puede ser la mejor manera de resumir esta excelente novela de Patricio Pron, un relato acerca de una búsqueda que es una y muchas a la vez: la búsqueda de un filósofo, la de la comprensión, la de la verdad.

Para eso, Pron asume la verdad borgeana de que la tradición argentina es toda la cultura occidental —de modo parecido a como por ejemplo lo hizo, hace más de una década, Leopoldo Brizuela con su Inglaterra, una fábula— y como escritor argentino se lanza a escribir una historia alemana. «Podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener consecuencias afortunadas», señaló Borges; Pron lo hace con la irreverencia de su condición de extranjero pero también con el profundo conocimiento de causa que le otorga, entre otras cosas, haber vivido ocho años en Alemania. El resultado es esta obra, editada por Mondadori, ganadora del Premio Jaén y finalista del Premio Lara.

DISCONTINUIDADES

El comienzo de la primavera cuenta la historia de un joven argentino, Martínez, que llega a Alemania en busca de Hans-Jürgen Hollebach, filósofo alemán autor de una teoría sobre la Historia que se centra no en las continuidades de los eventos sino precisamente en lo contrario: las discontinuidades. El objetivo que moviliza a Martínez es traducir uno de los primeros libros del autor. Pero a medida que avanza en su investigación, va quedando claro que lo que Martínez busca es entender la historia alemana del siglo XX.

En la entrevista que le realicé poco después de la publicación del libro, el autor me explicó:

La novela surge de una experiencia personal: descubrí que los alemanes conocían muy bien los acontecimientos trágicos de la historia de su país en el siglo XX y sabían muy bien de su culpa colectiva, pero no tenían interés en conocer la responsabilidad individual de sus padres y abuelos en estos hechos. Esa disyuntiva y el funcionamiento de la culpa colectiva como una especie de tapadera de la culpa individual conforman una situación muy interesante.

La novela es, por supuesto, además de la historia de Martínez, muchas historias: Martin Heidegger, otros filósofos de la época, la hija de Hollenbach, Hermann Göring y sus mujeres, alemanes que entran en y salen de la historia, entramadas con habilidad y precisión por el autor. Y, al tratar el tema de la culpa y las relaciones entre la culpabilidad colectiva y la individual, la historia va mucho más allá de lo estrictamente alemán, e interpela a otras culturas con un pasado reciente trágico, como la argentina y la española.

El comienzo… se emparenta, no casualmente, con un clásico de la literatura argentina: Respiración artificial. Piglia planteó ya en su novela la idea de que el nazismo no representó una irrupción de lo irracional en la historia alemana sino más bien lo contrario: una exasperación de la racionalidad y sus siglos de filosofía. Piglia comienza su obra preguntándose si hay una historia, y se responde que si la hay empieza «hace tres años», en plena dictadura argentina; Pron plantea, cerca del comienzo de su novela, que «no es fácil decir cuándo empezaba la historia», y hacia el final afirma que «si hay un comienzo, éste se encuentra en 1937», en el apogeo del gobierno de Hitler. Piglia habla de la diáspora de los intelectuales argentinos; Pron, desde la lejana Europa (y con un estilo que deja al margen los modismos argentinos e incorpora los del castellano de España: «autobús», «listín telefónico», «cogió» en vez de «agarró» o «tomó», etc.), escribe una novela de notable calidad técnica que nos cuestiona como argentinos por el modo de entender las culpas de la historia.

ENCONTRAR, COMPRENDER

La búsqueda de Hollenbach por parte de Martínez —en la línea de la búsqueda del autor tan en boga últimamente, instaurada por los detectives salvajes (con minúscula, es decir, no la novela sino los personajes) de Roberto Bolaño— constituye en realidad, y de un modo no necesariamente sutil, la búsqueda de la verdad. O mejor, como apunta el personaje de la novela citado al principio de esta reseña: de la comprensión.

El mismo personaje le dice a Martínez, cerca del final del relato: «Usted deseaba “encontrar” a Hollenbach, pero ese “encontrar” no debía consistir solamente en reunirse con él, sino también en averiguar quién era Hollenbach, entender de qué forma su pensamiento era el producto de unos hechos que se extienden en el tiempo y que constituyen la vergüenza de todos los que vivimos». Si Martínez lo logra o no es algo que no lo develaremos: se lo dejamos a los lectores de la novela, que la disfrutarán y, probablemente, se quedarán haciéndose muchos de esos mismos planteos, esos mismos interrogantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario