22 de enero de 2012

Elegir caminos distintos sin ser deshonrosos

Publicación original: unabirome

UNO. Las novelas históricas —o con pretensiones de serlo— se dividen, grosso modo, en dos grandes grupos: las protagonizadas por personajes ignotos que experimentan peripecias en un contexto histórico reconocible, por un lado (un ejemplo podría ser Los tres mosqueteros, de Alexandre Dumas, o Guerra y paz, de Lev Tólstoi), y las protagonizadas por personajes célebres, por el otro (y podemos mencionar por caso Yo, Claudio, de Robert Graves, o El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez). En este segundo grupo no se pueden considerar los libros de lo que se suele llamar «historia novelada», especie de subgénero en el que los hechos históricos predominan por sobre la ficción del narrador. Debe quedar claro: cuando hablamos de novela histórica, novela es el nombre, la sustancia, e histórica el adjetivo, la cualidad.