Publicación original: unabirome
Entrevista a Martín Lombardo, autor de Locura circular
Martín Lombardo es argentino, tiene 32 años y lleva cuatro viviendo en Europa. Reside actualmente en Vienne, una coqueta y pequeña ciudad francesa cercana a Lyon, en cuya universidad da clases. Antes estuvo instalado un par de temporadas en Barcelona, ciudad que visita con frecuencia desde hace más de una década, cuando su hermano cambió el sur de América por la costa mediterránea.
Precisamente, la capital catalana es escenario —y protagonista— de su primera novela, Locura circular (Los Libros del Lince, 2010). Y es de allí de donde lo encuentro recién retornado cuando hablamos por teléfono. ¿Qué tal le fue? Como siempre, las vacaciones resultan demasiado breves, y sobre todo cuando se deja la calidez y el solcito del piadoso otoño español para volver al tradicional mal tiempo francés… Tras los comentarios meteorológicos de rigor, nos metemos de lleno en lo que más importa.
25 de noviembre de 2010
11 de noviembre de 2010
Música de fondo para una novela animada (Charly dixit, o casi)
Publicación original: unabirome
Algunos apuntes sobre Locura circular, de Martín Lombardo
UNO. Quizá Locura circular (Los Libros del Lince, 2010) sea la novela de una generación. ¿Perdida? “Todas las generaciones se pierden por algo y siempre se han perdido y siempre se perderán”, pensó y escribió Hemingway en un momento de furia contra Gertrude Stein, antes de usar la célebre frase de ella (“todos ustedes son una generación perdida”) como epígrafe de Fiesta, su primera novela. ¿Quién es capaz de afirmar que una generación se ha perdido? Yo sólo puedo decir que la de los jóvenes argentinos y argentinas venidos a España en los albores del siglo XXI tras la grave crisis económica del país constituye eso: una generación. Si se pierde o se gana o se empata, quién sabe.
Algunos apuntes sobre Locura circular, de Martín Lombardo
UNO. Quizá Locura circular (Los Libros del Lince, 2010) sea la novela de una generación. ¿Perdida? “Todas las generaciones se pierden por algo y siempre se han perdido y siempre se perderán”, pensó y escribió Hemingway en un momento de furia contra Gertrude Stein, antes de usar la célebre frase de ella (“todos ustedes son una generación perdida”) como epígrafe de Fiesta, su primera novela. ¿Quién es capaz de afirmar que una generación se ha perdido? Yo sólo puedo decir que la de los jóvenes argentinos y argentinas venidos a España en los albores del siglo XXI tras la grave crisis económica del país constituye eso: una generación. Si se pierde o se gana o se empata, quién sabe.
1 de noviembre de 2010
Un mundo de escritores independientes
(o cómo publicar por fuera de las editoriales)
Publicación original: Revista Mundo Diners, Nº 342, Quito, noviembre de 2010
Antes (y cuando decimos antes a veces parece que habláramos del tiempo de nuestros abuelos, pero no, es hace poco, muy poco) publicar un libro era algo reservado para un pequeño círculo. O, mejor dicho, para dos. Por un lado, los privilegiados que, además de escribir muy bien, tenían los contactos suficientes o la suerte de estar en el lugar justo y en el momento adecuado para que la varita mágica cayera sobre ellos. Y, por otro, los que decidían costearse sus propias ediciones. Esto último exige, para que el precio por unidad sea rentable, embarcarse en una tirada de al menos dos o tres cientos de ejemplares, lo cual significa una buena cantidad de dinero, algo de lo que no muchos —está claro— pueden disponer.
Publicación original: Revista Mundo Diners, Nº 342, Quito, noviembre de 2010
Antes (y cuando decimos antes a veces parece que habláramos del tiempo de nuestros abuelos, pero no, es hace poco, muy poco) publicar un libro era algo reservado para un pequeño círculo. O, mejor dicho, para dos. Por un lado, los privilegiados que, además de escribir muy bien, tenían los contactos suficientes o la suerte de estar en el lugar justo y en el momento adecuado para que la varita mágica cayera sobre ellos. Y, por otro, los que decidían costearse sus propias ediciones. Esto último exige, para que el precio por unidad sea rentable, embarcarse en una tirada de al menos dos o tres cientos de ejemplares, lo cual significa una buena cantidad de dinero, algo de lo que no muchos —está claro— pueden disponer.
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