1 de noviembre de 2009

El año de Robotech

Publicación original: Revista Mundo Diners, Nº 330, Quito, noviembre de 2009

El mundo era un niño que miraba la tele en blanco y negro cuando llegó a las pantallas una serie animada japonesa que estaba destinada a ser mucho más que otro dibujito. Corría el año 1985 y eso que estrenaban los canales de Occidente era distinto a todo lo que se había visto hasta entonces. No tenía nada que ver con los dibujos japoneses conocidos: Astroboy, Meteoro, Mazinger Z... Ya desde la presentación era diferente: una cinta de película aparecía desde abajo, luego un avión emergía desde unas compuertas, el piloto se acomodaba el casco blanco y rojo, una moto surcaba el espacio… Harmony Gold presentaba: Robotech. Y todo cambiaba para siempre.

La serie fue un éxito desde el principio. Pronto se convirtió en un hito y luego en objeto de culto para varias generaciones. Los motivos fueron varios: la calidad de sus animaciones, la profundidad y los matices de sus personajes, su solidez argumental… Pero además porque fue la serie de anime les abrió la puerta a todas las que vinieron después: Dragon Ball, Sailor Moon, Supercampeones (Oliver y Benji), Pokémon y un largo etcétera. Hoy en día es normal prender la tele y encontrar dibujitos japoneses aquí y allá, pero sin Robotech nada de eso habría sido posible.

¿Quién era Robotech?


Una de las tantas diferencias entre Robotech y la mayoría de sus antecesoras consistía en que no había un héroe individual que le diera nombre a la serie (piénsese en He-Man, Tom y Jerry, Heidi, La Pantera Rosa, los mencionados Mazinger Z y Astroboy, etc.). Robotech no era un personaje sino una tecnología, en torno a la cual la ficción cobra forma en épocas distintas y con sucesivas generaciones de personajes que luchan contra varias razas de extraterrestres.

Esa característica se origina en su curiosa historia: la productora estadounidense Harmony Gold la armó a partir de la unión de tres series japonesas que no tenían ninguna relación argumental entre sí. El programa que en realidad quería importar era Macross, una serie de 36 episodios que venía de obtener un éxito fenomenal en su país de origen. Como por entonces las cadenas de televisión de Estados Unidos exigían que los programas tuvieran un mínimo de 65 capítulos, Carl Macek —un joven ejecutivo de la compañía— tuvo la idea de colocarlo para siempre en la historia de la cultura popular: añadir otras dos historias como continuidad generacional de un mismo mundo.

Un cuarto de siglo después, Macek (actualmente de 58 años) sigue dividiendo las aguas. Para algunos es el dios cuyo talento logró dar coherencia a tres series que no tenían nada que ver y crear una saga épica que introdujo el anime en Occidente y cambió la historia de la animación. Para otros es el demonio que juntó piezas a la manera de un Dr. Frankenstein y arruinó las series originales, creando un pastiche con lagunas y contradicciones que él mismo reconoce…

En efecto, y como sucede con tantas obras maestras, la saga de Robotech presenta huecos, errores cronológicos, explicaciones inverosímiles, preguntas sin respuesta y ciertas susceptibilidades heridas. Pero también, a pesar de eso (o quizás debido a eso, ya que la mayoría de esos puristas que se enojan por lo que consideran un pegoteo nunca habría llegado a Macross, ni mucho menos a las otras dos series, de no ser por Robotech), también cuenta con miles de fanáticos. Aquí, allá y en todas partes.

Algo para todo el mundo

“En realidad no sé por qué fue tan popular —declaraba Macek en una entrevista de 1997—. Quizá porque se creía que una historia inteligente estaba destinada solo a una serie de TV de imagen real y no había habido nada parecido. [En Robotech] el tema era tratado con seriedad, no abordado de forma juvenil y creo que eso fue un acierto. Si eras un niño, podías disfrutarlo; si eras un adolescente, también y, si eras universitario, lo mismo. Tenía algo para todo el mundo”.

Puedo dar fe de esa afirmación. Cuando la serie se estrenó en Argentina yo tenía siete años y la disfruté muchísimo, seguramente excitado por las grandiosas escenas de batallas, los aviones que se convertían en robots —es decir, los mechas, que los japoneses adoran y que también Robotech popularizó en Occidente—, la envolvente banda sonora… Me enorgullecía llevar mis útiles a la escuela en una cartuchera con el SDF-1 (la fortaleza espacial de la serie) y haber estado cerca de completar el álbum de figuritas.

Pasó el tiempo, llegaron otros dibujos animados y también, para mí, el momento de dejar de mirar dibujos animados. Yo ya era grandecito cuando mi hermano miraba Los Caballeros del Zodíaco y Las Tortugas Ninja. Pero, después de años sin lugar en la pantalla, a mediados de los años noventa, volvió Robotech. Y la vi de nuevo, claro, a pesar de las burlas de mis compañeros de la secundaria, ¿cómo evitarlo? Y la vi, naturalmente, con otros ojos: el adolescente que era yo entonces se sintió mucho más atrapado por el triángulo amoroso de la historia, Rick Hunter tironeado por el amor de Minmei y Lisa Hayes…

Como no podía ser de otra manera, Internet abrió un nuevo mundo de posibilidades para los fanáticos de Robotech. Y muchos de ellos, que ahora tenemos más de 30, podemos volver a la serie cuando y donde queramos a través de YouTube. Yo no dejo de maravillarme con los combates espaciales (ninguna serie animada superó aquellas escenas, aun con un cuarto de siglo de nuevas tecnologías) ni con la emoción de la historia de amor (que se ve quizá más ingenua pero no menos conmovedora), pero ahora encuentro nuevas significaciones, interpreto de otro modo las mezquindades políticas que se retratan, los desaciertos, las intenciones de los invasores… Y es que Robotech no era un capítulo más de “la eterna batalla del bien contra el mal” que nos vendían cuando éramos chicos. Aquí los buenos cometían errores, se peleaban entre sí, algunos héroes morían, los malos no eran pura maldad, sino que perseguían el objetivo de sobrevivir…

Universos

No hay dudas de que Robotech fue el introductor del anime moderno en Occidente. Hay un antes y un después, y fue esta serie la que abrió el camino a otras que luego fueron grandes éxitos. Dragon Ball confirmó esa llegada con un éxito monumental, que incluye una película con actores de carne y hueso estrenada este año (con críticas lapidarias).

Tan enorme fue el éxito de Robotech que, inevitablemente, los fanáticos pidieron más y los realizadores, para tratar de aprovechar el filón, proyectaron segundas, terceras y más partes. Pero aquí también ocurrió algo curioso, porque las continuidades también tomaron diversos rumbos a uno y otro lado del Pacífico. Los estadounidenses crearon secuelas, precuelas y productos paralelos situados en lo que se llama “el universo Robotech”, y los japoneses hicieron lo propio con “el universo Macross”.

Para ambos se realizaron películas y series animadas difundidas directamente en video (primero en VHS, ahora en DVD), historietas, videojuegos, novelas, juegos de rol… Tantas cosas que para hacer un inventario se necesitaría otro artículo, al menos tan extenso como éste. La suerte de estos productos fue dispar. Resulta casi ocioso aclarar que ninguno se aproximó siquiera al éxito del original y es un material casi exclusivo para fanáticos. La tarea es sumergirse en la web y rastrearlos allí.

¿Queda algo más por hacer? Sí. Y es un sí dicho con temor. Porque en septiembre de 2007 el Hollywood Reporter dio la noticia de que la Warner Bros había adquirido los derechos para hacer una película con actores reales de Robotech, la cual sería producida y protagonizada por Tobey Maguire. La noticia causó entre los fanáticos un impacto similar al de la caída del SDF-1 sobre la Tierra. No es raro que desde la meca del cine se hayan fijado en esta serie, luego de versionar en los últimos años desde Meteoro hasta Transformers y desde Los Cuatro Fantásticos hasta Dragon Ball. Y allí radica el miedo, precisamente: en que hagan una película de Robotech que sea tan mala como algunas de esas (in)adaptaciones.

Lo cierto es que, desde aquel anuncio, casi no hubo más que rumores. Solo otra noticia oficial (conocida el año pasado): que el guión estará a cargo de Miles Millar y Alfred Gough, los mismos de la serie Smallville. Según las versiones, la película estaría lista para 2012, pero para asuntos como éste tal plazo suena a eternidad. Puede correr tanta agua bajo el puente…

And so long

2012 es, justamente, el año en que termina la historia original de Macross, cuando finaliza la guerra que se había iniciado en un año como el actual: 2009. Tres años para una historia tan extraordinaria que creó no un mundo, sino dos. ¿Cómo no sentir especial ilusión ahora que con Internet podemos acceder a todo ese material del que llevábamos leyendo y escuchando hablar desde niños? Por ejemplo, Macross: Do You Remember Love?, una extraordinaria película de animación. O Robotech II: The Sentinels, un proyecto que quedó trunco pero del que sobrevivieron los que iban a ser los tres capítulos iniciales y donde se puede ver la boda de Rick Hunter y Lisa Hayes. Son de muy baja calidad tanto los dibujos como la música y el argumento… pero, ¿quién de nosotros no soñó con ver la continuidad de las historias que más nos emocionó?

En todo caso, vale la pena obedecer a San Pablo: conocer todo y quedarse con lo bueno. Siempre podremos elegir que nuestra historia sean solo aquellos maravillosos 36 capítulos de la saga Macross, esa historia que empieza en un año como el nuestro y concluye con la nieve cayendo sobre las ruinas de un mundo listo para volver a empezar. Y una mano que da la vuelta de página final y cierra el álbum en cuya contratapa se lee: 2012. So long.

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